Los minerales que componen el suelo pueden ser tan
variados como lo sea la naturaleza de las rocas. No obstante, hay una tendencia
general de la mineralogía del suelo hacia la formación de fases minerales que
sean estables en las condiciones termodinámicas del mismo, lo cual está
condicionado por un lado por el factor composicional, y por otro por el
climático, que condiciona la temperatura, la pluviosidad, y la composición de
las fases líquida y gaseosa en contacto con el suelo.
Los minerales del suelo pueden ser de dos tipos:
1) heredados, es decir, procedentes de la
roca-sustrato que se altera para dar el suelo, que serán minerales estables en
condiciones atmosféricas, resistentes a la alteración físico-química.
2) formados durante el proceso edafológico por
alteración de los minerales de la roca-sustrato que no sean estables en estas
condiciones.
Los más importantes, y los condicionantes para su
presencia en el suelo serían los siguientes:
Cuarzo. Es un mineral muy común en los suelos, debido a su
abundancia natural en la mayor parte de las rocas y su resistencia al ataque
químico. El cuarzo confiere al suelo buena parte de su porosidad, debido a que
suele estar en forma de granos más o menos gruesos, lo que permite el
desarrollo de la porosidad intergranular. Además, es un componente muy inerte,
muy poco reactivo, del suelo. Suele encontrase en suelos poco estructurados de
textura arenosa.
Feldespatos. Suelen ser componentes minoritarios,heredados o
residuales de la roca sobre la que se forma el suelo, pues son meta estables en
medio atmosférico, tendiendo a transformarse en minerales de la arcilla. Al
igual que el cuarzo, conforman la fracción arenosa del suelo, si bien en este
caso le confieren una cierta reactividad.
Fragmentos de roca. Junto con los dos componentes anteriores,
conforman la fracción comúnmente más gruesa del suelo, si bien es este caso el
tamaño de fragmentos suele ser superior a 2 cm, de forma que el cuarzo y
feldespatos suelen constituir la fracción arenosa del suelo, mientras los
fragmentos de roca constituyen la fracción de tamaño grava. La naturaleza de
los fragmentos está directamente relacionada con la de la roca sobre la que se
forma, si bien ocasionalmente el suelo puede contener fragmentos de origen “externo”,
como consecuencia de procesos de transporte y depósito contemporáneos con la
formación del suelo.
Minerales de la
arcilla. Son minerales también muy abundantes en el suelo,
constituyendo la matriz general del mismo, la componente intergranular entre la
fracción arenosa y los fragmentos de roca. Son minerales que proceden de la alteración
de los que componen la roca sobre la que se producen los procesos de
meteorización, y en función de ello pueden ser muy variados:
1) la illita (equivalente arcilloso de la mica blanca,
moscovita), que se forma a partir de feldespatos y micas de rocas ígneas,
sedimentarias o metamórficas.
2) la clorita,
que se forma a partir de los minerales ferromagnesianos que pueda contener la
roca: biotita, anfíbol, piroxeno, olivino.
3) la pirofilita, que puede formarse a partir de
minerales ricos en aluminio en la roca original.
4) menos
comunes son los filosilicatos del grupo de las arcillas especiales
(esmectita-bentonita, sepiolita, palygorskita), que se forman bajo condiciones
climáticas muy específicas, o a partir de rocas de composición muy determinada,
y que por sus características especiales confieren al suelo propiedades
mecánicas diferentes a las habituales (suelos expansivos, suelos instables).
Los minerales de este grupo juegan un papel muy importante en la textura y en
la físico-química del suelo, pues le confieren plasticidad, impermeabilidad,
así como otras propiedades mecánicas y de relación entre el suelo y el agua que
contiene, en especial en cuanto a la capacidad de sorción e intercambio iónico
que pueda presentar. Hablamos en mayor detalle de estas capacidades más
adelante.
Carbonatos. Los carbonatos son minerales frecuentemente formados
por el proceso de edafogénesis, aunque debido a su alta solubilidad su
acumulación no suele producirse en el horizonte más superficial. De hecho, los
carbonatos pueden formarse en los horizontes A o C, pero su acumulación
efectiva se produce solo en el horizonte B o de acumulación, como consecuencia
de los procesos de intercambio que se producen en el mismo. Una excepción
corresponde a los suelos de regiones de climatología semiárida y con abundantes
rocas carbonatadas. En estas regiones, los procesos de intercambio con el suelo
suelen ser “en ascenso”: las aguas subterráneas ricas en carbonatos ascienden
hasta la superficie del terreno por capilaridad o por gradiente de humedad,
depositando ahí los carbonatos, y originando los denominados “caliches”, auténticos escudos de color blanco que recubren la
superficie del suelo, como por ejemplo ocurre en buena parte de La Mancha.
Óxidos e
hidróxidos de hierro, manganeso y aluminio. Los óxidos e hidróxidos de Fe3+ (y a menudo los
de aluminio y los de manganeso) son minerales que se suelen acumular en el
suelo como consecuencia de procesos de alteración de otros minerales, constituyendo la fase estable del hierro en superficie
o condiciones cercanas a la superficie. Se acumulan en forma de agregados: 1)
limonita (agregado de óxidos e hidróxidos de Fe), 2) bauxita (de óxidos e
hidróxidos de aluminio); y 3) wad (óxidos e
hidróxidos de manganeso). Desde el punto de vista estrictamente químico son muy
estables, poco o nada reactivos, pero presentan propiedades sorcitivas que
hacen que su presencia en el suelo tenga implicaciones físico-químicas
notables. Los suelos ricos en óxidos e hidróxidos de hierro, formados por un
lavado casi total de otros constituyentes, reciben el nombre de
lateritas. Se reconocen por su intenso color rojo y se forman en
climas tropicales.
Sulfatos. La presencia de sulfatos en el suelo suele tener la
doble vertiente de que pueden ser minerales relativamente comunes, pero al ser
compuestos de solubilidad relativamente alta, su acumulación efectiva solo
puede producirse bajo condiciones muy determinadas: abundancia de sulfatos
(e.g., yesos) en el entorno inmediato, y clima árido o semiárido. En estas
condiciones, y al igual que los carbonatos, los sulfatos podrán acumularse en
el horizonte B, o en el A, en este segundo caso en forma de costras o eflorescencias
(rosas del desierto).
Otros minerales. Aparte de los descritos, el suelo puede contener una
amplia gama de minerales, en unos casos heredados, en otros formados, todo ello
en función de los condicionantes ya mencionados: naturaleza de la
roca-sustrato, y factores climáticos. Su importancia e interés pueden ser muy
variables.
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